He ocultado tantas facetas de mi personalidad, pero estas a solas suelen acorralarme, molestarme, acecharme, interrumpiendo mis momentos de juegos y de absoluta paz.
¿Qué puedo decir de la muerte? Aquella que vive queriéndome seducir ante la tristeza de no ser leído, de no ser escuchado, de mis libros ser ignorados, donde el único comprador, soy yo mismo. “¿Dónde dice –Se solicita poeta a tiempo completo?”, me pregunta y me atormenta.
Ella se burla de mí porque no encuentro a la mujer que sepa volar, porque “no perdono bajo ningún pretexto que no sepan volar, si no saben volar, pierden el tiempo conmigo”.
Ahí está la muerte, como dice ella, en todos lados, esperándome en cada rincón, en cada esquina, acosándome, pero no, yo seré el que vence a la muerte, enamorándola, seduciéndola, o al menos eso intento.
Me enamoré de una prostituta, luché hasta el final por ella, hasta que por fin, volamos juntos, volamos alto, pero me hizo caer desde lo más alto, rompiéndome el rostro, lastimando cada parte de mi. Una gran oportunidad para la muerte volver a acechar, pero brindo con ella, brindo por la vida, cosa que ella desconoce, porque viviré y no me tendrá, viviré, haciendo valer cada herida, porque de eso se trata el amor, de heridas, de dolor, de vivir.
Y allí la encontré, luego de una caída alta, la mujer que “No perdona bajo ningún pretexto que un hombre no sepa volar, porque si no saben volar, pierden el tiempo con ella”.
¡Oh, muerte! Brinda por mi y no me esperes, que esta noche llego tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario